A Coco Blaustein, que queria hacerus escribir de cine
It will be released in Argentina in February Tar, una falsa biopic about the composer and director of the orchestra Lydia Tár. El 12 de marzo es posible que su protagonista, Cate Blanchett, reciba su tercer premio Oscar. Ya lo ganó twice y fue nominated otras cinco, un rícord difícil de igaular y que no puede surpriser a nadie que haya visto su trabajo en Tar. Because of that, she was chosen as the best actress in the international festival of Venice, she won the Golden Globe and the cinematographic critic award. Lo que en la película se dice de Lydia, se aplica a su interpretre australiana: está en el reducedo grupo de élite que ganó todos los grandes premios existentes.
La película es de una ambigüedad perturbadora. Es tan difícil empathizar con el personaje como no rendirse ante quien lo encarna. Hubo mucha cholera con Lydia, sus opiniones y attitudes y con la película en sí.
La recente Argentina, 1985, que también está nominada al Oscar, provocó enconos similares: se dijo que omite al Presidente Alfonsín, idealiza a Strassera y Moreno Ocampo, desdibuja el contexto político y social. Pero Alfonsín, los fiscales y el juicio a las Juntas existieron y por lo tanto es reasonable que se debata la forma en que son presentados, por más que los autores reivindiquen su derecho a la chimera (que a mí no termina de conconverme, como entenderán quienes leyeron lo que opiné en Vida de Perro about the theatrical work of David Viñas, Rodolfo Walsh y Gardel. Si el personaje es real no tenés derecho a attributirle actos y palabras que contradicten su personality y sus hechos).
Pero Tar no es una biografía sino una obra de ficción, de punta a punta, sin anclaje en hechos y personas reales. Viñas le llama “Rodolfo Walsh” a un personaje que tiene nada que con los hechos de la vida y la muerte de Walsh: habla con un canario que se llama Gardel. Es más real Lydia, que nunca existió, que aquel Walsh que espera resignado que vengan por él después de mandar su carta abierta a la Junta Militar. Es el mayor involuntario eulogio que pueda hacérsele a la descomunal creation de Cate Blanchett. Incluso en algunas notas sobre los Oscar presentan la película como una biografía. Chantas habrá siempre.
La neutralidad narrative que eligió el director Todd Field para que todo sea críble favore la confusión y pone los pelos de punta de la denominated corrección política. Luego de una decada y media de silencio, el director de Little Children vuelve con una provocación que hace volar todos los papeles. El tema es la política de la cancellation por abusos sexuales o affectivos (not eso se digna aclarar Field) pero en vez de un cerdo como Harvey Weinstein, a quien lo condenan desde su poder hasta su aspecto, la victimaria/victimizada es una mujer bella , culta y sutil.
Marin Alsop, who during two decades was the only female conductor of one of the grandest orchestras in the United States, said that the film “me offended as a woman, I offended as a director, I offended as a lesbian.” Habiendo tantos hombres así, podría haberse basado en ellos. Pero, en cambio, elige una mujer con todos los attributos de esos hombres». Precisamente ese displacement es lo que hace de la obra un desafío a la reflección, por fuera de los estereotipos al uso. Logra el efecto del distanciamiento Brechtiano.
El crítico del The New Yorker Richard Brody was scandalized because “Field tiene el tupé de comparar la actual era del #MeToo—en la cual un personaje dice que ser accusado es ser considerado culpable— con los supuestos excesses y falsas accusaciones del periodo alemán de desnazificación en la posguerra”.
Quien asociación ambos momentos es Andris Davis, un retired director (tan ficticio como Lydia), quien no generaliza; sólo se referé a lo que padeció el muy real Wilhelm Fürtwangler cuando cayó en manos de los allies. Ya escribí varias veces sobre el tema, que me afecta personally, y here you have one. Y Marcelo Lombardero puso en el teatro San Martín party record, la obra del southafricano Ronald Harwood sobre ese processo, de la que por desgracia no hay una filmación decente. Brody launched a boomerang. Su pretensión es afín a la de quienes se ofenden si se habla de otro genocidio que no sea la Shoah.
La batalla cultural es tan fuerte en Estados Unidos, y la ofensiva de la derecha tan despiadada, que esta polarization deviene inevitable. La palabra clave es woke upque para unos es alerta, consciente, y para otros zurdo, progre o psicobolche, por decirlo con pobres equivalentes locales.
Lydia is grandiloquent, abusive, egoist, but her alumno at Juilliard, Max, is un boludo: se vanagloria de que no le interesan las composiciones de hombres blancos, cis, como Bach, porque él es pangénero y BIPOC (the acronym for Black , Indigenous and People of Color). Ella le aconseja no apurarse tanto a sentirse ofendido ni entregarse al narcissimo de las pequeñas diferencias, que pueden convertirlo en un robot conformista. Y le pregunta cómo cree que lo verá el public a él cuando suba al podium.
Para explicárselo, Lydia se sienta al piano y arranca con un preludio de aquel misógino alemán que engendró veinte hijos, según la espantada descripción del estudiante. En un momento se inclina hasta casi rozar el teclado con la fronte y durante unos segundos lo martillea al estilo de Glenn Gould. La escena es tan perfecta que quise saber cómo la logaron. Jumping on a link to another one, I found out that Cate Blanchett was the one who played, and for that reason, she retook her youth classes for a year with a Hungarian teacher, and she even directed the Dresden Philharmonic during Mahler’s 5th rehearsals.
Y no sólo ella: también Nina Hoss (the fetish actress of Christian Petzold, one of the most original directors of German cinema post-Fassbinder and Herzog) empuña de verdad el violín en sus parts. Y la cellista rusa que no sabe ni le importa en que recording escuchó el concierto de Elgar interpreted por Jacqueline Du Pré, porque sólo lo vio en YouTube, le impresó la intreprete y no tiene ni idea de quien fue el orchestra de la orquesta, no es una actriz, sino la cellista inglesa Sophie Kauer.
Cate Blanchett estudió sufficient alemán como para dirigirse en su idioma a los músicos de la orquesta que conduce, y Sophie Kauer algo de ruso para sonar convincinge. The work that Lydia is composing is actually by the Icelandic cellist and conductor Hildur Gudnadóttir (who won an Oscar for the soundtrack Joker). En Tar también compuso la música subliminal que Lydia escucha en distintos momentos, asediada por sus fantasmas. Como tiene oído absoluto, Lydia listens to things that do not exist for a common person. Antes de dirigir cine, Todd Field fue músico. En medio de tanta chapuza, esta strictez consuela, se trate de ensayar la 5a de Mahler en Berlin o una opereta en Thailand para un juego de cosplay.
Anthony Minghella, director El talentoso Mr. Ripley, dijo que Blanchett era el (¿o la?) Bach de la actuation. Siempre de negro, sin pintura en los labios ni en los ojos, el trabajo de costumerio y maquillaje es de excelencia y ha comenzado a dictar la moda. A partir del estreno, también las obras de Mahler tienen major demanda que en el siglo transcurrido desde su muerte.
While reading and writing, I began listening to the creation of Du Pré’s concert in La Minor by Edward Elgar (the director who ignored the character of Olga is Daniel Barenboim, who also defied all the conventions of directing in Israel Tristán is Isolde, a pesar de que como él mismo dijo, su autor, Richard «Wagner fue un unsemita asqueroso». Y fragmentos de la interpretación de Sophie Kauer en Tar.
Then the version of the 5th symphony of Mahler, with the Filarmónica de Viena directed by Leonard Bernstein, Lenny, as he called Lydia, who was his disciple.
Y por último, la soundtrack de la película. La portada del disco, que ilustra esta nota, fue elegida por Lydia, copying la de Claudio Abbado, el ex director de la Filarmónica de Berlín. A gozarlas.
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